Paper Towns, John Green, 2008. Dutton Juvenile.
Todos aman a John Green, ¿verdad? Al menos eso es lo que se lee en prácticamente todas las redes sociales. Su última novela, The Fault in our Stars (traducida en español como Bajo la misma estrella), fue un éxito instantáneo. Decidí, entonces, comenzar por los primeros libros de Green antes de llegar a ésta última novela.
Paper Towns (aún no traducido, aunque el título en español podría ser Ciudades de Papel o Pueblos de Papel), narra el último año de secundaria de Quentin Jacobsen, un muchacho no muy popular y sencillo. Quentin (o Q, como le dicen sus amigos) ha vivido toda su vida enamorado de su vecina, Margo Roth Spiegelman, una joven muy aventurera y temeraria, y, cuando una noche ella aparece en su ventana y le propone la mejor aventura de su vida, él la sigue.
Después de mucha diversión y un encuentro que Quentin deseaba hacía tiempo, la mañana siguiente regresa al colegio para descubrir que Margo ha desaparecido. Ella, que siempre fue un desafío, un rompecabezas a resolver, ahora se ha vuelto un misterio. Pero Q descubre que Margo ha dejado pistas y que se las ha dejado a él. Así comienza entonces una aventura que Q jamás hubiera imaginado y que da vuelta todo lo que él creía saber de Margo y de sí mismo.
Así, con una premisa tan sencilla y compleja como ésta, comienza el libro. La historia no parecería esconder demasiado y, sin embargo, se despliega de forma inesperada por caminos imprevistos. A partir de una desaparición y una búsqueda, Green plantea toda una serie de preguntas sobre cómo vemos a otras personas, cómo podemos hacer para entenderlas y si realmente es posible ponerse en el lugar de otro. Quentin va descubriendo cuál es su imagen de Margo, quién es ella para él y comienza a preguntarse si, en realidad, no está enamorado de una idea.
La novela plantea un camino de autoconocimiento a través de la percepción que se tiene de los otros. Y Green conjuga todo esto de forma monumental con el período de finalización de la secundaria. Fiestas, bailes, la noche de promoción y el día de la graduación se insertan dentro de este proceso de forma magistral, señalando que un adolescente puede cuestionar su vida y su futuro y seguir compartiendo experiencias con sus amigos.
Otra joya de este libro son los personajes. Quentin es un protagonista con el cual es muy fácil identificarse y simpatizar. Un muchacho sencillo, con padres amorosos -y también muy graciosos- y una vida bastante encaminada, que de pronto se ve arrojado a un torbellino de dudas y preguntas y que, desde allí, comienza a reafirmar sus opciones de vida. A Q lo acompañan constantemente sus dos mejores amigos: Radar y Ben, otros dos personajes entrañables y completamente reales. Ellos aportan una cuota de humor muy significativa que reconecta todo lo que van viviendo con la realidad del mundo adolescente. La historia y el mismo Q no serían los mismos sin estos dos personajes.
Quizás es Margo el único personaje que no terminó de conquistarme por completo, pero eso puede deberse al poco tiempo que está presente en la historia. Realmente ella es una idea que vive a través de los recuerdos de otros.
Finalmente, otro gran logro de esta novela es su capacidad para crear clima. John Green sabe manejar los humores de los personajes y juega con maestría con las descripciones de los lugares. Hay, en particular, un momento en la novela en donde el cambio de clima se produce en un giro tan dramático que, realmente, me puso la piel de gallina (escena que no quiero arruinar para quienes no hayan leído el libro y que, entonces, no voy a mencionar).
El libro me atrapó por completo y hubo capítulos en donde no pude dejar de leer hasta terminarlos. El libro propone reflexiones y lecciones de vidas sin caer en clichés o momentos absurdos. Historias sencillas que encierran desarrollos mucho más complejos, pero siempre ligados de forma real a la vida cotidiana, y personajes tridimensionales y complejos otorgan a este libro todos los ingredientes para una novela muy entretenida. Si todos los demás libros de John Green siguen esta línea, sé que no me voy a decepcionar.