Hoy hice una suplencia de literatura en un colegio secundario, a chicos de 4to y 5to año, es decir, adolescentes de entre 16 y 18 años, más o menos.
Dado que las actividades que estaban pautadas me parecían aburridas (literatura española antigua con unos, literatura argentina gauchesca con otros) y demasiado pesadas para una suplencia tan corta, investigué y armé una tarea de escritura.
A los más chicos les preparé una exposición sobre el género utopía y su opuesto, la distopía. Charlamos sobre las películas que habían visto de este último género y de libros que conocieran que se centraran en esta idea. Por suerte encontré a algún niño que había leído Los Juegos del Hambre y pude exponer las características del género a partir de esa historia. Pero en cuanto comencé a nombrar libros como 1984, Un mundo feliz o Farenheit 415, el aula se sumió en un silencio desinteresado. No tenían mucha idea de lo que les hablaba, y recién cuando les hablé del Gran Hermano o la quema de libros en la obra de Bradbury parecieron ubicar de qué les estaba hablando.
Sí, no esperaba que los hubieran leído pero imaginé que quizás los conocían, habían escuchado de qué trataban o, no sé, habían visto las películas. Tampoco ninguno habló de otros libros que hubiesen leído fuera del colegio. Algo incluso admitió no haber leído siquiera las cosas del colegio.
Una chica identificó El Eternauta como una distopía que, además, buscaba hablar sobre la represión durante la época de su publicación. Fue un comentario sumamente interesante. |
Los insté a que se animarán a inventar una distopía propia, con un mundo o sociedad que a ellos se les ocurriese y que tuviera las características que más les gustara. Y acá si que no se imaginan las dificultades que tuvieron. Les resultó sumamente complejo que la propuesta fuese "imaginar", y hasta que no aclaré que todo valía (enfermedades biológicas, desastres naturales, viajes en el tiempo, gobiernos totalitarios, viajes en el espacio), ninguno se animó a salir de ideas convencionales. Otros ni siquiera así pudieron armar un mundo propio.
Finalmente la actividad salió de forma maravillosa y ahora tengo una pila de trabajos para corregir. Los chicos se entusiasmaron de forma gradual y escribieron un cuento en donde, a partir de un personaje, dieran cuenta de esa sociedad que habían diseñado. Sin embargo, la pregunta por la creatividad quedó rondando en mi cabeza.
Me pregunté entonces, ¿acá se está dejando ver la falta de lectura de los jóvenes? ¿acaso no se les ocurren ideas descabelladas, ingeniosas o desafiantes porque su espectro de lectura está limitado a estados en twitter o mensajes de texto?
¿O es que quizás todo aquello que se aleje de la realidad concreta los asusta? ¿llegó y se instaló en ellos también el menosprecio general que suele haber por los géneros como la ciencia ficción? ¿o simple y llanamente no les interesa?
Me pregunto qué les habrá generado esta actividad y si les habrá gustado (¡espero!), porque yo me fui muy contenta del colegio y con ganas de leer sus creaciones. Pero me quedo con esta pregunta, qué ocurre con la imaginación en ellos, en los jóvenes en general, y el rol que ocupa (o ha perdido) la lectura en sus vidas.
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