Throne of Glass (Throne of Glass, #1), Sarah J. Mass, 2012. Bloomsbury USA Children's.
En las oscuras y sucias minas de Endovier, la prisión del reino, una joven de dieciocho años está cumpliendo su sentencia de cadena perpetua. Ella es la mejor asesina del reino, entrenada desde pequeña para este oficio. Sin embargo, Celaena cometió un error fatal: dejó atraparse.
Un día, el joven capitán Westfall le ofrece un trato, su libertad a cambio de un único y enorme sacrificio: Celaena debe representar al príncipe en un torneo a muerte, luchando contra los ladrones y asesinos más entrenados del reino. Viva o muerta, Celaena será libre. Ganando o perdiendo, ella está por descubrir su verdadero destino y cuestionar todo lo que creía hasta ese momento.
Sarah J. Mass publicó su historia en
FictionPress hace más de seis años. Los comentarios y reseñas que fueron haciendo de su historia los lectores la llevaron a probar suerte en el mundo editorial y pronto consiguió un contrato de publicación. Desde entonces, múltiples comentarios han estado dando vueltas por la web sobre esta historia y su protagonista. Y todos la bañan en elogios.
Este fue el principal motivo que me llevó a leer esta historia. La premisa no me parecía particularmente atrayente - había muchos tópicos y salidas que podían caer en una previsibilidad alarmante -, pero las críticas que fui leyendo me convencieron de darle una oportunidad.
Podría decir que
Trono de Cristal triunfa donde
Sombra y Hueso fracasa. O, por lo menos, funciona exactamente al revés que la novela anterior.
La historia inicia de esta forma, con la protagonista encerrada y condenada, y con una mágica propuesta de libertad y, sí, de un viaje hacia la corte real. El comienzo, entonces, es muy poco revelador y bastante árido. Es muy limitada la información que se da sobre Celaena y, considerando que la historia está narrada desde su punto de vista, la visión del mundo resulta un tanto forzada (sabemos que Celaena es una asesina desde el comienzo de la historia, y, durante los primeros capítulos, los comentarios que hace el personaje y las ideas que cruzan su mente son oraciones forzadas a remitir a que ella es una asesina y que, entonces, piensa como tal. Muy poco natural). Y nuevamente se presenta el tópico clásico del traslado a la corte y de la sucesiva transformación de engendro flaco y sucio a dama interesante y esplendorosa.
Hasta aquel momento, la historia no funcionaba.
Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con Sombra y Hueso, que entusiasmó y creó un universo creíble e interesante hasta el cambio de escenario, cuando la historia de Trono de Cristal comienza a tener lugar en la corte, las cosas sí se vuelven interesantes.
Allí Celaena comienza a definirse y desarrollarse de forma más creíble y humana. El concepto de perfecta asesina la pone, al principio, en un lugar omnipotente y carente de defectos. Pero el inicio del entrenamiento para el torneo desarticula, en parte, esta imagen y la ubica en un lugar mucho más real de humano limitado y defectuoso. Además, la narración de la historia se diversifica, y muchos capítulos pasan a estar narrados por otros personajes, lo que da color al escenario y al desarrollo de la acción.
La vida en la corte tampoco resulta tan monótona o previsible como uno esperaría: los personajes son multifacéticos y la amenaza política que subyace a los encuentros entre los personajes poderosos es suficiente para colocar en otra órbita las demostraciones opulentas de las fiestas corteses. Hay un muy interesante manejo de las formas corteses en oposición a una realidad subyacente y más oscura, donde lo cortés funciona como un velo que cubre la verdad.
A esto se suma que se rompe con toda previsibilidad cuando, de pronto, a mitad de torneo y vida aristocrática, se introduce un elemento fantástico a la historia que desacomoda a Celaena y al resto de los acontecimientos que siguen. Es una apuesta bastante osada por parte de Sarah J. Mass que, por suerte, funciona a la perfección en la historia. No obstante, el equilibrio es bastante delicado y podría derivar en clichés y grandes decepciones en el segunda novela si la autora no es lo suficientemente perspicaz para darle una vuelta de tuerca al motivo fantástico (si leen la novela creo que se darán cuenta a qué me estoy refiriendo).
Por supuesto que la novela tiene un contenido romántico. Quizás sea el elemento más débil de toda la historia, porque nuevamente vuelve a apelar a la previsibilidad y a los derroteros usuales: una joven que de pronto ingresa a la corte, que es especial y peligrosa, y que va a representar al príncipe, ¿de quién puede enamorarse? Este aspecto de la historia tiene un desarrollo un tanto forzado que también termina de forma previsible y abrupta. Sólo se salva porque los personajes masculinos están bien desarrollados y son interesantes.
Trono de Cristal apuesta por elementos conocidos, comunes y tópicos muy utilizados, lo que hace que el principio de la novela sea más difícil de transitar. No obstante, la apuesta por entremezclar mundos, conflictos personales y amenazas políticas logra que la segunda parte de la novela sea mucho más entretenida y lo suficientemente interesante como para que el lector quiera saber qué ocurre luego y siga leyendo.