Lygia Bojunga es una escritora de literatura infantil y juvenil brasileña muy conocida (en 1982 recibió el premio Hans Christian Andersen —¡la primera latinoamericana en recibirlo!— y en 2004 recibió el premio Memorial Astrid Lindgren) especialmente porque en sus historias siempre se anima a tocar temas "peliagudos" con claridad, sencillez, y como parte de la historia que está contando.
Lygia es una autora sumamente interesante que conocí hace poco (principalmente porque sus libros no se consiguen con tanta sencillez) y a la que empecé a seguirle la pista. Uno de sus libros llegó hasta mis manos gracias a un regalo y, luego de leerlo, se me quedó atravesado adentro. Déjenme contarles sobre esta novela, sobre lo que me pasó leyéndola y sobre cómo el verano que aún permanece puede ser un gran momento para leerla.
Cuerda floja es una novela de 1981 que cuenta la historia de María, una niña que de pronto se ve apartada de Barbuda y Foguiño, dos personas con quienes ha vivido durante mucho tiempo y que la han acompañado en la pasión de su vida: el equilibrio en la cuerda floja.
La novela inicia con esa separación y con un enorme choque: María está regresando después de muchos años a la casa de su abuela, una señora de clase alta, de dinero y caprichos, que ya ha tenido unos cuantos esposos. La transición es brutal, porque del circo y su libertad María debe comenzar a vivir en una casa de muñecas.
Este shock y el proceso de adaptación (y todo lo que nunca logra adaptarse) se ven acompañados por una serie de recuerdos que María empieza a tener sobre su pasado (que es un misterio) y sobre sus padres, de los que el lector no conoce ni sabe nada.
Toda esta historia, que mezcla la introspección de los momentos de recuerdo con la acción del avance de la trama, está maravillosamente narrada. No sé si puedo describir el estilo de Lygia pero parece sumamente despreocupado (a veces empieza con escenas anecdóticas, que parecen ofrecer sólo datos de color; otras veces está lleno de diálogos entrecruzados, que se confunden, que se repiten) hasta que de pronto revela que a través del humor, de los episodios disparatados y hasta mágicos que se presentan y de las situaciones cotidianas está narrando una historia desgarradora.
Como si la liviandad, el humor y la imaginación desbocada fuesen los únicos modos de narrar lo que es imposible de decir de otro modo.
Cuerda floja se desenvuelve como un recorrido en el que el lector no sabe qué le depara pero entiende que hay una lógica narrativa que no puede entender, que hay muchas cosas de la historia que tampoco puede entender cuando quiere. ¿El secreto, entonces? Dejarse llevar. Y así, a la deriva del mar de esta historia, el lector se encuentra con un relato profundamente conmovedor, que toca fibras interiores difíciles de nombrar pero que están ahí, siempre a la espera de un relato como este, que las vuelva a mover.
A mí la novela me dejo con una sonrisa medio llorosa. Y con un gusto delicioso, porque la lectura fue puro disfrute.
Así que Cuerda floja es una novela para no perderse, para buscarla hasta encontrarla porque lo vale. Y Lygia Bojunga es una escritora para conocer, para leer, ¡para editar en Argentina también! Seguiré en la búsqueda de su obra, pequeños tesoros que ojalá aparezcan por acá.