3 dic 2018

Cuando el mundo era joven todavía

Así como existen libros originales por las historias que cuentan, otros resultan novedosos por la estructura que sostiene la trama o por cómo está organizado el texto. Otros, tal vez unos pocos, como Cuando el mundo era joven todavía, son únicos en su estilo porque se encargan de romper con todo horizonte y expectativa de lectura, tanto desde la trama como desde la estructura.

Cuando el mundo era joven todavía fue escrito por Jürg Schubiger (autor suizo que en 2008 recibió el Premio Hans Christian Andersen), ilustrado por Rotraut Susanne Berner y publicado en Anaya. Además, obtuvo el Premio al mejor libro juvenil de Suiza y el Premio de literatura infantil y juvenil alemana en 1996.

Nunca había escuchado hablar ni del libro ni de su autor y fue en el marco de una materia de la maestría que nos lo presentaron. La propuesta fue (de la mano de nada menos que Luis Pescetti, que guiaba los diálogos) conversar sobre la lectura del libro y poder descubrir cómo estaba armado, porque se trataba de una lectura peculiar y muy interesante.

Cuando el mundo era joven todavía no es una novela ni tampoco una colección de cuentos. Es más bien un compendio de relatos que están organizados por tópicos. Por ejemplo, el apartado "Cielo y Tierra" reúne las historias de "La niña y la muerte" y "La estrella", mientras que el apartado "Animales" junta narraciones como "El rugido del león" y "Un animal blanco", entre otros.

En primer lugar, estos relatos están marcados por una no-linealidad: rompen con el horizonte de expectativas de lectura a partir de acontecimientos y secuencias temporales inesperadas, de personajes pertenecientes a diferentes mundos en un mismo relato, y de una yuxtaposición de eventos y elementos que desconciertan. Lo "esperable" en estos relatos no suele suceder y esto arma un clima casi onírico, que recuerda al sinsentido propio de Alicia en el país de las maravillas, donde también jamás sucede lo "esperable", lo lógico, lo coherente.



Por ejemplo, en "La niña y la muerte", cuando la muerte viene a buscar a la nena, ella explica que está haciendo los deberes, que son muy importantes, e invita a la muerte a ayudarla a resolver las cuentas de matemática. Y se quedan trabajando juntas, y la niña evita a la muerte, porque todas las tardes tiene tarea, y la historia se vuelve cíclica.

Lo que resulta sumamente interesante en todos los relatos es que esta presentación de secuencias y estructuras que salen del molde no se hace con el objetivo de generar sorpresa sino de abrir la posibilidad de expresión de la historia. Más que "asustar" al lector, las historias parecieran querer mostrarle que hay otros caminos impensados que existen y son posibles.

En esta línea, los relatos también presentan una mezcla de elementos de narraciones tradicionales con otros más disruptivos (como por ejemplo, el uso de un pueblo como escenario para la preparación del pan más grande del mundo o la presencia de una estrella que es una excelente cantante) y una constante coexistencia y cruce de lo ordinario y lo extraordinario.

Por otro lado, todas estas historias tienen un narrador muy peculiar, que combina un registro escrito y omnisciente con uno oral y personal: en ocasiones abandona la historia y el modo de narración tradicional para agregar comentarios y pensamientos propios, y hace todo esto utilizando un registro sereno y poco sorprendido frente a los sucesos inesperados que ocurren.

Sin duda alguna, estos relatos son difíciles de asir y catalogar, y es complejo también determinar quién es el destinatario (¿son historias para niños pequeños, niños un poco más grandes o para jóvenes?). Toda esta rareza literaria ayuda a entender, en realidad, que el modo sorprendente y liviano que presenta este libro se vincula con la experiencia de la imaginación y de los sueños propia de todas las edades.

Dice Marcela Carranza en su reseña de este libro para Imaginaria:
Cuando el mundo era joven todavía de Jürg Schubiger es un buen ejemplo de literatura que no sólo no se interesa por las restricciones impuestas a los libros para niños, sino que “peor” aún, se construye a partir de su desafío.

Original y desafiante, este libro anima a pensar, conversar e imaginar todo lo que no se puede entender desde la lógica. Cuando el mundo era joven todavía es una lectura para experimentar, jugar y, por qué no, acercar desde ese lugar, desde el juego, a los chicos.


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