3 dic 2017

Un año más de alumnos, lectura y escritura

Con el final de clases del viernes pasado, llegó también, para mí, el momento de revisar cómo fue el año de trabajo en el colegio, como profesora de lengua y literatura de jóvenes (a veces) entusiastas de segundos y terceros años.

Fue un ciclo escolar de mucha búsqueda. Me había quedado con la sensación de que el año anterior no había sido del todo satisfactorio. Algo en cómo evaluaba y trabajaba con mis alumnos no me terminaba de gustar. Que memorizaran cuestiones de teoría literaria pero luego no pudiesen leer con gusto una novela no me convencía en absoluto.

Así que en esta ocasión probé otras cosas, repetí algunas que ya conocía pero con otras vueltas, y, sobre todo, me pregunté todo el tiempo de qué modo podía animar a mis alumnos a leer y a desafiarse a escribir.

Y fue un año de muchas sorpresas.

La primera, por ejemplo, fue que, como leímos Algo que domina el mundo, de Franco Vaccarini, con los terceros años y, luego, Los nombres prestados, de Verónica Sukaczer, con los segundos, tuvimos la suerte de que ambos autores vinieran a visitar a los chicos, a charlar con ellos y a compartir un rato de anécdotas sobre la magia de la escritura. Fueron ratos amenos y los chicos escucharon atentos, preguntaron con curiosidad, se rieron de las historias que contaban. Encontrarse con los artífices de las historias que habían leído les resultó distinto y muy cercano.

Busqué también que este año les pudiera ofrecer a los alumnos la posibilidad de disfrutar las lecturas, y por eso me concentré en leer autores argentinos contemporáneos de literatura juvenil con los segundos años. Pasamos por Nunca seré un superhéroe, de Antonio Santa Ana, El camino de Sherlock, de Andrea Ferrari, y luego ellos pudieron elegir entre La oscuridad de los colores, de Martín Blasco, El equipo de los sueños, de Sergio Olguín, y El rastro de la serpiente, de Laura Escudero. Y esto también trajo sorpresas porque el trabajo con estos tres últimos libros fue muy creativo (¡y entusiasta!), y los chicos se encargaron de armar modos originales para presentar lo más importante de esas historias. Por ejemplo:

Una maqueta que representa la ciudad y la villa en El equipo de los sueños, y un puente que une ambos lugares, el puente que construyen los personajes principales de la novela.

Una representación de cada personaje en La oscuridad de los colores, basada en la metáfora de las escaleras utilizada por el hipnotista.
Para los terceros años busqué el modo de que las lecturas, que eran clásicas, de períodos más antiguos, y de diversos géneros, pudieran volverse contemporáneas y actuales. Así es como, por ejemplo, luego de leer Macbeth de William Shakespeare, los chicos repensaron la historia en el tiempo actual y eligieron una escena para reescribir y actuar. Así salieron Macbeths jefes de la mafia, presidente corrupto, director de colegio, y hasta actor resentido.

Con todos los cursos buscamos trabajar mucho la escritura ("¡No, profe! ¡Me da dolor de cabeza!"). Y todo lo que costó, lo que trabajamos, lo que corregimos, revisamos y editamos, dio como fruto una revista literaria, que ofrece una pequeña selección de todo lo hecho durante el año. Allí aparecen los ensayos que escribieron los chicos de tercero, en los que comparan el uso de la ciencia ficción en Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, y la película La llegada, de Denis Villeneuve, que también vimos en clase (¡y que dio hermosos dolores de cabeza y de lenguaje!). Están también los poemas escritos por los chicos de segundo, que surgieron luego de un extenso y profundo trabajo de lectura y análisis de diversos poemas (ese fue otro desafío), y están los microrrelatos de horror y las autobiografías lectoras que escribieron. Esta revista existe, y es de los alumnos, y la pueden leer por acá:



Fue un año de búsquedas, de intentos, de ofrecerles propuestas a los alumnos y que con ellos terminaran de tomar forma. Estos ejemplos de arriba son solo algunas de las actividades que fuimos haciendo. Fue también un año de certezas, de que, no importa cómo, el objetivo es compartir el gusto por la lectura y la escritura con los alumnos, más allá de los ajustes, de las notas, porque registré también que sus respuestas fueron más vivas, más entusiastas y comprometidas. Fue un año de avanzar juntos, ellos y yo, por los modos que tiene la literatura de alcanzarnos, y fue un tiempo de descubrir las formas particulares en que cada uno de ellos se deja apelar y conmover por la lectura.

Termino el ciclo lectivo mucho más contenta que el anterior y, sobre todo, mucho más confiada en que la pista es esta, seguir buscando cómo acompañar a los alumnos a dejarse alcanzar por la literatura, porque cuando eso sucede, la escritura se vuelve una necesidad.

2 comentarios:

  1. ¡Hola, Mary! Siempre leo tu blog pero nunca te comento (timidez, tal vez).
    Me encantó la forma en que tus alumnos y vos le dieron la vuelta a la materia y me anoté los libros que estuvieron trabajando, para tenerlos en cuenta en el futuro. Los ejercicios de escritura son los más complicados porque noto que a los alumnos les causan más pereza que la lectura en sí misma. Te felicito por tu entusiasmo docente. Besos.

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    1. ¡Yani! ¡Muchas gracias por la lectura y por el comentario!
      Los libros leídos ayudaron mucho, sobre todo a pensar propuestas de escritura. Ojalá que te sirvan y te gusten.
      ¡Muchas gracias por el ánimo! Veremos qué sucede el año que viene.
      ¡Saludos!

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