La Tierra como la conocemos está a punto de acabar. El sol muere, día a día, y el planeta se enfría cada vez más. No hay chances de escaparle al hielo que pronto va a cubrir todo. Sin embargo, un grupo de adolescentes descubre un lugar en donde el frío no tiene el mismo poder de muerte y donde podrían preservar, aunque sea, la memoria de la humanidad. En medio del caos, los miedos, los sueños y la inminencia de la muerte, estos jóvenes aprenderán quiénes son en realidad y se enterarán de la existencia de un terrible plan secreto que los afectará a todos.
Todos los soles mienten es una distopía que desacomoda las estructuras y los elementos propios de este género. La forma en que la narración se desarrolla altera desde el principio cualquier idea previa a la lectura del texto. El inicio de la historia anuncia que no va a ser igual a ninguna otra.
La historia y su premisa parecen, a simple vista, bastante transitadas, en donde se puede llegar a prever un desarrollo y un final. Sin embargo, Esteban Valentino toma estos elementos y los rodea y carga de personajes que destruyen toda previsibilidad y hacen estallar la historia con emociones, sentimientos y autodescubrimientos.
Sin duda alguna son las historias personales de los personajes - que en una novela tan breve logran igualmente abrir surcos profundos en el lector e instalarse y anclar todo lo que les está pasando - las que mueven esta novela. Son adolescentes, de edad incierta, que encierran preguntas, dudas, miedos y muchos deseos de seguir soñando, conociéndose, conociendo al otro, enamorándose, haciendo todavía más preguntas. La humanidad con que Esteban Valentino los esboza los hace despegarse de las páginas y cobrar forma, color, identidad, lo cual resulta aún más impactante cuando se considera los nombres tan anónimos, casi numéricos, que tienen (Eduardo E., Susana S., Felipe F., etc.).
La narración se encuentra constantemente interrumpida - aunque quizás esa no sea la palabra adecuada... Quizás sería más apropiado decir, "complementada" - por pequeños capítulos o episodios, más anónimos, dedicados al desarrollo de la interioridad de los personajes. Son momentos en los que el narrador se aparta y el foco queda en la voz, en la mente, en el fluir de la consciencia de los personajes. Y son oraciones y párrafos que revelan muchísimo a través de expresiones crípticas, confusas, propias del pensamiento y de los sentimientos.
De a poco, la historia y los personajes echan raíces profundas y es muy difícil separarse de ellos. Su destino es ahora nuestro destino, y sólo es posible conmoverse ante lo que les depara el futuro. La historia propone protagonistas adolescentes que, no obstante, tienen la profundidad, la decisión, el compromiso y las capacidades propias de alguien muy maduro y, sobre todo, muy fiel a sí mismo.
Es una historia como pocas. Con una propuesta de ciencia ficción, pocas páginas para desplegar un mundo que se atisba mucho más complejo de lo que apenas se llega a ver, Esteban Valentino construye toda una realidad de vida que termina desplegándose en múltiples personajes y conmoviendo (y la palabra me queda corta para la sensación que me quedó después de terminar el libro) al lector. Una pequeña joya de ciencia ficción.