5 oct 2018

De voces y daemonios

La lectura y discusión de Luces del norte, de Philip Pullman, con otros compañeros de la maestría que cursé este año me permitió prestarle una nueva atención a esta novela que, cuando la leí por primera vez en mi adolescencia, no resultó interesante.

¿Qué recuerdo de esa primera lectura? 

En primer lugar, la incomodidad de la traducción. Venía de la maravillosa experiencia de leer Harry Potter y el misterio del príncipe en inglés (primera gran lectura de un libro en su idioma original) y cruzarme otra vez con ciertos... ¿vicios? de la traducción del inglés me incomodó.

Lo segundo que recuerdo es la lentitud, el aburrimiento. Me había parecido, en aquel entonces, una novela aburrida, con poca acción, poco movimiento. Bueno, venía de Harry Potter.

No obstante, si bien la novela tiene avances y escenas aventureras, su foco no está allí, creo, o por lo menos, su fuerza no radica en eso. Con esta nueva lectura, pude rever cómo Pullman elige presentar el mundo creado y cómo construye los personajes, algo en lo que no me había detenido antes. 

Con mucha claridad, el autor muestra las particularidades de este mundo sin interrumpir la historia con largas explicaciones (por ejemplo, enseña la existencia y rol de los “daemonios” a medida que se desarrolla la historia, sin abrir paréntesis explicativos que detengan la acción) y revela la complejidad y ambigüedad de personajes como Marisa Coulter y Lord Asriel a partir de sus acciones y sus diálogos. Asimismo, pude volver a revisar el personaje de Lyra desde su construcción y su presentación: es una niña temeraria pero astuta, que en su primera escena ya desafía las reglas de los adultos, que juega con otros, es solidaria y, al mismo tiempo, osada y valiente. Es decir, una sólida protagonista de la historia y líder de la búsqueda que se despliega en la historia.


La novela, además, presenta arquetipos propios de los cuentos infantiles pero con valores invertidos, diferentes (en esta historia, por ejemplo, los gitanos y las brujas son amables y sabios), y las diferencias en la composición social de unas razas y otras (por ejemplo, lo que significa ser rey en el mundo de los osos polares y la importancia de sus corazas en oposición a la estructura jerárquica de los seres humanos y sus “daemonios”) permite entender la relevancia de ciertas escenas donde se ofrecen cruces entre el mundo de los humanos y el de las criaturas sobrenaturales y tensiones entre sus modos de vida y valores.

Por otro lado, pude ahora sí descubrir con claridad algo que caracteriza a Pullman en esta historia: el peso de la tradición religiosa en esta trama, así como también la presencia de diversos tópicos filosóficos y científicos que antes no había detectado por completo. Ver el trabajo con los “daemonios”, por ejemplo, y entender su funcionamiento como representación del alma humana, de la parte más instintiva del hombre, así como también la incorporación del concepto del “polvo” y de la existencia de mundos alternativos paralelos me hizo notar la base teórica que presenta esta novela. Algo semejante sucede con la presencia y el peso de la religión, de modo tal que Pullman logra construir una tensión entre ciencia y teología, magia y religión que acompaña toda la historia y permite la presencia de una enorme cantidad de preguntas filosóficas (¿qué significa tener poder?, ¿qué hace que el ser humano sea bueno?, ¿cumplir leyes y preceptos asegura la bondad?, ¿qué rol ocupan los niños en la sociedad?, entre otras) que le otorgan mayor densidad y complejidad a la historia. 
Nada de todo esto me había calado en aquella lectura adolescente o, por lo menos, no era esto con lo que esperaba encontrarme en ese entonces.

El debate en el contexto de la maestría trajo una recomendación ideal: Daemon Voices, una recopilación de ensayos y charlas dadas por Philip Pullman a lo largo de varios años en relación a su escritura (comentados por el propio autor para la publicación de este libro).

De estos ensayos salta a la vista la enorme preocupación de Pullman por la verosimilitud en sus historias y el lugar que ocupa en ellas la pregunta por la religión y por la posibilidad de creer o concebir otro plano de existencia (porque Pullman se encarga más de una vez de aclarar que él no cree en ningún dios y que todo concepto de "espíritu" o de plano espiritual para él no existe, en absoluto). 

Sus grandes influencias, Heinrich von Kleist, Milton, William Blake, son referidos una y otra vez en las charlas. Estos autores marcaron el camino de Pullman, porque le ofrecieron modos nuevos para pensar las inquietudes filosóficas que tenía. En particular, "Sobre el teatro de marionetas" de Kleist y Paraíso perdido de Milton, le ofrecieron otra forma de ver el mito del pecado original y sus consecuencias: sí, el ser humano pierde su inocencia y es expulsado del Jardín de Edén, pero "podemos eventualmente volver a entrar al Paraíso por atrás, como si le diéramos toda la vuelta al mundo. Esta gracia que perdimos por adquirir el conocimiento tiene dos formas: la de una marioneta, sin consciencia, y la de un dios, cuya consciencia es infinita. Inocencia de un lado del espectro, sabiduría del otro. Pero si queremos la sabiduría que viene de la experiencia, debemos dejar la inocencia atrás" [1].

A partir de esto, por supuesto, habla sobre Luces del norte y toda su trilogía, y sobre cómo esta idea marcó el camino de la historia. La fuerte presencia de las tensiones entre religión y ciencia que se manifiestan en la novela muestra el trabajo hecho por Pullman: Lyra avanza en un camino de descubrimiento que la hace abandonar inevitablemente su inocencia para adquirir cada vez más sabiduría, y pasar a la adultez. La historia de toda vida humana, la historia del crecimiento.

Por eso a Lyra le sucederá eso con su aletiómetro en los siguientes libros, porque dejará de ser niña, crecerá, perderá la inocencia, la espontaneidad propia de la infancia.

En la novela, además, el "polvo" (ese dust que aparece nombrado al principio y sólo genera misterio) aparecerá ligado al concepto del pecado original, pero Pullman lo trabajará para dar cuenta de lo que propone Kleist: tal vez el polvo no sea malo, tal vez sea el camino hacia la sabiduría, incluso aunque otros digan lo contrario.

En Daemon Voices hay, además, ensayos sumamente interesantes centrados en el arte mismo de la escritura, en los que Pullman ofrece su propia perspectiva sobre lo que significa escribir, y sobre cómo lo hace él. Por ejemplo, uno de los elementos más importantes para él es el trabajo con la perspectiva:
"¿Dónde pongo la cámara? Creo que esa es la pregunta básica a la hora de narrar. ¿Desde dónde ves la escena? ¿Qué le decís al lector sobre ella? ¿Cuál es tu postura hacia los personajes?" [2]
Y explica que por eso decidió iniciar Luces del norte con la cámara enfocada sobre Lyra y su primera travesura, así como también sobre su daemonio, sin dar explicaciones y sólo mostrando lo que allí sucedía.

Otros de los conceptos que él maneja a la hora de escribir y de iniciar una historia es el de espacio fásico, que también se relaciona con cómo él decidió empezar su novela. Él explica esta idea así:
"Espacio fásico es un término que viene de la dinámica y se refiere a la profunda complejidad de los sistemas cambiantes. Es el espacio hipotético que contiene no sólo las consecuencias del momento presente sino también todas las posibles consecuencias. El espacio fásico de un juego de ta-te-ti, por ejemplo, contendría todos los resultados de todos los movimientos iniciales posibles, y el trayecto real del juego podría ser representado por un camino que comienza en la jugada que realmente se hizo - un camino que atraviesa un montón de opciones que no se hicieron" [3]
Pullman señala que así comienzan todas las historias, con una infinidad de posibilidades y de consecuencias sobre las que el escritor debe elegir, buscando aquella que más se acerque o que más represente la forma que se le quiere dar a la historia.

La experiencia de reencontrarme con Pullman y leerlo desde otro lugar me permitió comprender, ahora sí, la relevancia de Luces del norte como novela juvenil contemporánea y todo el interés que puede suscitar tanto en lectores jóvenes como adultos. El plus de Daemon Voices, además, me permitió conocerlo más a él, leerlo de otro modo. Preguntas sobre ciencia y religión, sobre la naturaleza humana y su crecimiento, sobre el modo en que los humanos ven el mundo (y a los niños) y reaccionan frente a él, y sobre cómo nos vinculamos con los demás, más aún con los que piensan diferente. Pullman es, sin duda, un autor para conocer, para escuchar, y, sobre todo, para leer.



Referencias:
[1] Pullman, P. (2017). "Grace Lost and Regained", en Daemon Voices. Traducción propia.
[2] Pullman, P. (2017). "Making It Up and Writing It Down", en Daemon Voices. Traducción propia.
[3] Pullman, P. (2017). "The Practice of Writing", en Daemon Voices. Traducción propia.
[4] Pullman, P. (2017). "Making It Up and Writing It Down", en Daemon Voices. Traducción propia.



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