En la base aérea se gestaba una guerra, pero no todos estaban preparados para ella: un soldado desertaba y un piloto desviaba su avión para evitar un bombardeo. Sin embargo, la guerra era inminente y rozaba la cuadra donde vivía Lara. Allí había once casas y cuatro nombres: Héctor; Catalina, la loca de los gatos; Pablo, el okupa y Amanda. Al tiempo, llegó un quinto que, con un caballete y un par de pinceles, hizo dibujos de cada casa y los guardó en una carpeta oscura. Pero un día, los aviones sí sobrevolaron la cuadra de Lara acunando bombas, y ya nada volvió a ser como antes.
Compré esta novela un día de paseo por Yenny. Fue de esas compras impensadas y no demasiado analizadas. Agarré el libro y me dio miedo que se lo llevara otra persona, así que lo compré.
Las carpetas es breve (me lo leí en una mañana, mientras esperaba a que me llamara el médico), pero con un nivel de profundidad hermoso. Porque narra la historia de un bombardeo que también es la historia de una chica con pocos amigos, de una familia olvidada, de un pintor optimista y de unos soldados confundidos.
La historia es sencilla, pero presenta con trazos muy suaves historias desgarradas y desgarradoras, y un impulso de vida que mueve a los personajes más allá del bombardeo. Esa sencillez, compacta y directa, como el ataque de un avión, me impactó e hizo que esta historia se me grabara.
Hay algo en Las carpetas que hace que esta no sea una novela bélica sino una novela de los detalles, de las historias mínimas, de Lara y Héctor, de la búsqueda, de los colores, de las pinceladas que dibujan esas once casas. Una novela que me gustaría leer con mis alumnos.
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