26 feb 2013

Scarlet

Scarlet (Crónicas Lunares, #2), Marissa Meyer, 2013. Feiwel and Friends.

Cinder está tratando de escapar de prisión - consciente de que si lo logra se convertirá en la fugitiva más buscada de todo el Commonwealth. Mientras tanto, del otro lado de mundo, la abuela de Scarlet Benoit ha desaparecido. Aparentemente hay muchas cosas que Scarlet no sabe de su abuela y el terrible peligro en el que ha vivido toda su vida. Cuando Scarlet encuentra a Wolf, un luchador callejero que podría tener información sobre el paradero de su abuela, no tiene más opción que confiar en él a pesar de que él también tenga secretos.
Scarlet y Wolf se embarcan en la misión de develar el misterio de la abuela de Scarlet y en el camino se encuentran con otro misterio cuando sus caminos se cruzan con los de Cinder. Juntos deberán prepararse para adelantarse a la Reina Lunar que hará cualquier cosa con tal de lograr que el príncipe Kai sea su esposo, su rey y su prisionero.

Scarlet retoma la historia inmediatamente después del final de Cinder y comienza a alternar el punto de vista entre los dos personajes principales de esta segunda parte, Scarlet y Cinder. Mientras la historia de Cinder está en pleno desarrollo y conflicto, la de Scarlet comienza a desarrollarse y revelarse encajando de a poco en la de Cinder. Marissa Meyer hace ahora una reactualización de la historia de Caperucita Roja y la combina con su relato de la Cenicienta. Es una apuesta alta que, sin embargo, le sigue funcionando a la perfección.

A pesar del poco tiempo que tienen de desarrollo - especialmente si se los compara con Cinder e incluso Kai - tanto Scarlet como Wolf alcanzan una tridimensionalidad que les da vida. Nuevamente, estos no son personajes que respondan al estereotipo de la historia popular sino que representan a Caperucita pero funcionando dentro del mundo de Meyer, como unos engranajes más en la historia y en el conflicto político. Son una nueva puerta de entrada al mundo de Meyer que encierran en sí mismos una reinterpretación del clásico infantil. Quizás su relación sea, en mi opinión, un poco previsible y hasta difícil de creer, pero no se sitúa en el centro de la historia y, por lo tanto, se mimetiza bien con el desarrollo del conflicto político que los rodea.

La historia de Cinder, por otro lado, continúa desplegándose y enriqueciéndose. Cinder continúa su proceso de crecimiento y de aceptación. Al comienzo del libro se presenta el inicio de un camino de formación que tiene que hacer Cinder y la historia se toma su tiempo para responder preguntas, expresar nuevas dudas y encontrar respuestas (es decir, no hay una súbita transformación de Cinder. El proceso es real y creíble). Cinder crece y con ella crece mucho del mundo de Meyer. Hay, también, nuevos personajes que se suman a su aventura y ninguno de ellos decepciona. Carswell Thorne, en particular, es una adición deliciosa a la historia, dado que prueba ser un personaje mucho más interesante y complejo de lo que aparenta en la primera impresión.

Marissa Meyer hace estallar una premisa que, desde el final de Cinder, es previsible (¿Cinder asumirá su nuevo rol, se animará a tomar la parte que le corresponde en el desplazamiento de fuerzas que se aproxima? Sabemos que sí, por supuesto, pero, ¿cómo?). Utilizando la estrategia del cambio de punto de vistas (todos los personajes tienen la oportunidad de contar una porción de la historia) y apelando al suspenso y la acción, Marissa Meyer rellena los espacios vacíos y crea un ambiente tenso y peligroso para sus personajes. Sí, podemos intuir la historia, pero la forma en que Meyer moldea el cómo es absolutamente atrapante.

Scarlet es una secuela que cumple con las expectativas que deja Cinder y, más importante aún, logra alcanzar (e incluso superar) la calidad del primero. Con nuevos personajes, nuevas historias, más emoción e intriga, la siempre presente cuota de romance y comedia, y un conflicto político que no hace más que crecer y aumentar la presión, Scarlet es un libro imposible de soltar, con un final que sólo anuncia que hay más, mucho más, por venir.




7 feb 2013

Cinder

Cinder (Crónicas Lunares, #1), Marissa Meyer, 2012. Montena.

Humanos y androides habitan las calles de Nueva Pekín. Una plaga mortífera destruye la población. Desde el espacio, los crueles lunares observan, esperando. Nadie sabe que el destino de la Tierra está en manos de una niña...
Cinder, una mecánica más que hábil, es un cyborg. Es una ciudadana de segunda clase con un misterioso pasado, denostada por su madrastra y culpada por la enfermedad de su hermanastra. Pero cuando se topa con el príncipe Kai, de pronto se encuentra en el medio de una lucha intergaláctica y una atracción prohibida. Atrapada entre el deber y la libertad, la fidelidad y la traición, Cinder debe descubrir los secretos sobre su pasado para poder proteger el futuro de su mundo.

Lo poco que sabía sobre este libro era que era una reinvención de la historia de Cenicienta, pero en un futuro en donde cyborgs y aliens dan vueltas por el mundo. Basta decir que la intriga fue más fuerte que cualquier tipo de recelo. La historia respondió con solidez.

Cinder es eso, es Cenicienta, pero también es mucho más. Hay muchos de los tópicos de la historia que se retoman - madrastra y hermanastras, un príncipe, un baile, un "zapato" perdido -, pero se retoman de forma tal que funcionan dentro del mundo que construye Marissa Meyer. La historia no sirve a la reinvención de Cenicienta sino que es esta reinvención la que le sirve a la historia. Lo que quiero decir es que acá hay mucho más que un clásico infantil reactualizado. Marissa Meyer construye un mundo nuevo, en donde los cyborgs andan sueltos, hay una plaga que mata sin piedad y los órdenes sociales están alterados. Cinder es sólo un ladrillo en este mundo, un mundo que apenas despunta en las páginas de esta primera novela.

Pero Cinder es también el personaje principal. Ella es una chica jovencita, independiente, algo irreverente - ella tiene algunos de los mejores diálogos, sin duda alguna - y cyborg. Este era uno de los elementos que más temía porque, ¿cómo escribir desde la perspectiva de un cyborg? ¿Qué siente un cyborg? ¿Qué es un cyborg? Pero Meyer arma con habilidad un mundo interior para esta chica mitad humana, mitad máquina que está poblado de preguntas sobre qué es ser humano y qué tan humana es ella, si es que todavía lo es. ¿Merece ella más la muerte que los otros humanos, sin partes de máquina? Este tipo de preguntas son una constante. Además, es fácil sentir lo que siente Cinder. Sentir un pie de metal, un interior que tiene más huesos artificiales que naturales... Sensaciones que, en realidad, no existen. Ahí radica uno de los grandes logros de Meyer.

Los personajes que acompañan a Cinder - humanos, cyborgs, aliens y robots - también se elevan por encima de la historia infantil e introducen otros aspectos del mundo que busca crear Meyer. Ninguno queda trabado en el estereotipo de Cenicienta y, por suerte, ninguno se transforma en un personaje insoportable - con un reparto de hermanastras, una madrastra y un príncipe, es muy factible caer en una absoluta simplificación del personaje; Meyer, no obstante, les da vida propia, búsquedas, anhelos y miedos -.

El libro avanza con velocidad, varía de perspectiva, no tiene escenas vacías y pide ser leído. Hay algo de acción, pero, sobre todo, hay una promesa de acción. El libro prepara el terreno, abre un mundo, y apenas anuncia algo que puede llegar a ser grande. No hay clichés demasiado obvios, y la única revelación que el lector puede anticipar - y que es demasiado obvia -, queda maquillada dentro del avance de la historia. Meyer se mueve con decisión en la historia, y no deja cabos sueltos.

Cinder es más que una reactualización de Cenicienta, es un nuevo espacio donde conjugar historias conocidas y tópicos clásicos con ingredientes de ciencia ficción y de literatura juvenil, y promesas de grandes batallas y guerras. Cinder es un libro que tergiversa lo conocido y moldea un nuevo tipo de lectura que conserva los elementos que más le sirven: suspenso, acción, algo de drama y grandes promesas de giros épicos en la historia que vendrá.




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