1 feb 2018

LIJ chilena: tres novelas

Estas vacaciones pude visitar el sur de Chile, unas ciudades con paisajes bellísimos, con una amiga y, por supuesto, aprovechamos la oportunidad para, como siempre, visitar librerías.

En la ciudad de Puerto Varas nos encontramos con la hermosa librería Mackay y ahí una idea me surgió de pronto, como lamparita que se prende: le pregunté a una de las vendedoras si no podía recomendarme los libros más representativos de la LIJ chilena (o, en su defecto, los que más le gustaran a ella), porque yo no conocía prácticamente nada de la historia de la LIJ chilena. Era mi oportunidad para llevarme algunos libros que luego en Argentina no necesariamente podría conseguir.

Así que fue maravilloso ver que la mujer armaba pilas y pilas de libros de todos los tamaños y grosores y me iba contando un poco de cada uno. 

Finalmente, luego de mucho mirar y pensar, de la enorme cantidad y variedad de libros que me acercó opté por elegir tres de la editorial SM:

1. Los increíbles poderes del señor Tanaka, de Sergio Gómez.
Lo elegí porque ganó el premio El Barco de Vapor y porque la trayectoria del señor Gómez se leía interesante. Esta novela cuenta la historia del señor Tanaka, un extranjero que llega a caleta Recaredo e intriga a todos los habitantes.

Me resultó muy interesante, en primer lugar, leer una historia que sucediera en Chile y tuviera referencias geográficas concretas. Luego, me llamó la atención la precisión y la claridad de la prosa de Sergio Gómez. Le otorgaba a la historia un halo de seriedad que se correspondía con el personaje del señor Tanaka.

Además, fue muy interesante el juego de los saltos temporales que se propone en el desarrollo de la trama, que se sostuvo con mucha fluidez (y misterio). 

Sin embargo, lo que más me quedó dando vueltas (que es algo que repetiré con la próxima novela) fue el clima nostálgico que rodeaba la historia. Era esa nostalgia que se siente cuando uno piensa en las vacaciones de su infancia: dulce, que trae una sonrisa, pero que no deja de ser también un poco amarga.

2. La bicicleta mágica de Sergio Krumm, de Marcelo Guajardo.

Nuevamente, elegí esta novela porque también ganó el premio El Barco de Vapor. Narra la historia de unos amigos del barrio que descubren la historia del ciclista Sergio Krumm y el mito de su bicicleta, y que, por supuesto, se lanzan a revivir esos "poderes" ciclistas que se mantienen latentes.

Tal y como dije antes, esta novela también tiene referencias geográficas chilenas concretas (y me encantó poder comprender aquellas que referían al sur del país) pero, también, referencias históricas, al tiempo de la dictadura.

Y, nuevamente, el clima de nostalgia que acompaña la historia es palpable y queda luego de la lectura. En este caso, la combinación de una historia de amigos, en la década de los '70, y el desarrollo de una aventura con bicicletas me hizo recordar un poco a la experiencia de The Body, de Stephen King, o de Stranger Things (sin el componente sobrenatural, claro está).

3. Papelucho, de Marcela Paz.
Este último libro lo llevé porque la vendedora no podía creer que no conociera a Papelucho, lo más famoso, clásico e icónico de la literatura infantil chilena. Así que tenía que conocerlo. Este es el primer libro de una saga de doce pero que, aparentemente, se puede leer con mucha libertad en cualquier orden (una vez de vuelta, mi madre me dijo que ella de chiquita tuvo y leyó Papelucho misionero, el número ocho, y que era muy popular en los '70. Pero, ya no se consiguen estos libros en Argentina, ¿no?).

Este último libro me resultó muy curioso, en primer lugar, porque se nota que el niño protagonista corresponde a otra época (hay un internado, por ejemplo, o una serie de bromas y travesuras muy pesadas y exageradas, que tal vez se correspondan con otra época) pero, al mismo tiempo, los modos y comportamientos no solo del niño sino también de los padres me dieron la sensación de que podrían ser actuales.

Es decir, la novela es un registro exhaustivo de las travesuras que realiza Papelucho y del modo ausente y castigador con el que se manejan sus padres (y otros adultos), y si bien las figuras paternas de la LIJ actual son representadas de otras maneras (más presentes, en general, con más diálogo con sus hijos), no deja de ser una representación que sí se puede percibir en la vida real. Así que esta novela me dejó con una curiosidad que tal vez deba saciar leyendo algún otro libro de esta saga.

Disfruté mucho leyendo estas novelas y me queda la inquietud por leer más. Sé que apenas arañé la superficie y tengo ganas de poder incursionar un poco más en la LIJ chilena. Tal vez julio traiga otra visita a Chile así que, si hay recomendaciones de gente más versada en el tema, las recibo con alegría.




1 comentario:

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