El año arrancó entre libros, por supuesto. Novelas, cuentos, ficción y poesía. Pero también arrancó entre cuadernos, lapiceras y teclas de computadora: escribiendo. Es tiempo de escritura de una investigación para un posgrado pero, también, de escritura de ficción.
Eso nunca es sencillo. C.G. Drews, autor de dos novelas juveniles, disfruta tuitear sobre el arte de la escritura y, hace poco, escribió:
look. the reason you see writers complain about writing instead of proudly say it's going well is because words are fickle creatures and the moment we say they're behaving, they will sTOP out of SPITE and bite you.— C.G. Drews (@PaperFury) February 6, 2020
Que traducido sería: "mirá, la razón por la que ves a los escritores quejarse sobre su escritura en vez de decir que todo va bien es porque las palabras son criaturas volubles y el momento en el que decimos que se están comportando, ellas van a dejar de hacerlo por despecho y van a morderte".
Escribir no es sencillo, no es estar sentado hasta que la musa te rapta y te revela las 365 páginas de una nueva novela. Es trabajo arduo, de cincel y paciencia. Y como no es sencillo, algo que a mí me ayuda un montón es leer cómo hacen otros para trabajar la escritura.
Hace tiempo escribí un post con algunas de estas lecturas (libros de autores famosos, como Anne Lamott, Neil Gaiman y Stephen King, que hablan sobre cómo hacen para escribir). Pero este verano me encontré con ganas de acercarme por otro lado y me dediqué a leer libros sobre el arte y la creatividad (porque, escribir, pintar, esculpir o filmar una película tienen mucho en común en las búsquedas, el sufrimiento y la dedicación).
Por eso, primero me sumergí en Creativity, Inc.: Overcoming the Unseen Forces That Stand in the Way of True Inspiration, un libro escrito por uno de los fundadores de Pixar, Ed Catmull, que en esencia narra el surgimiento de la empresa, la búsqueda de su identidad y el arduo trabajo de construir la creatividad, la originalidad y la calidad de sus películas.
Lo encontré en inglés y es maravilloso de leer, en primer lugar, por todo lo que cuenta sobre el armado de películas como Toy Story, Los Increíbles, Up, Ratatouille y Wall-E. Y, en segundo lugar, porque es una locura descubrir la ética de trabajo de Pixar y el enorme esfuerzo que hacen por cuidar la expresión y la creatividad.
En este libro me encontré con las siguientes pistas, aplicables a la vida de la escritura:
· Según Andrew Stanton (director de Buscando a Nemo y Wall-E), a la hora de tomar alguna decisión creativa, es mejor ser decisivo y moverse rápido que quedarse quieto y sin saber qué hacer, preguntándose cuál será el mejor camino. Según él es mucho más fácil perdonarse si la elección inicial resultó errónea, o si no nos llevó a donde queríamos, y reorientar el camino que lidiar con la parálisis y el miedo a empezar y equivocarse.
¿Cómo aplica a la escritura? En mi caso, que soy socia vitalicia de quedarme paralizada, más vale arrancar para algún lado y luego ver si es necesario perdonarse y reacomodarse que quedarse angustiado frente a la página en blanco/la idea/la traba. Que primero haya escritura, luego se puede pensar cómo reorientarla para ir a la historia que queremos contar.
· Dice Ed Catmull: "Lo impredecible es el suelo donde ocurre la creatividad". Y pienso en cuántas veces busqué lo seguro en la escritura, porque es cómodo, porque es conocido, porque no da lugar a muchos errores, y el resultado fue soso, poco brillante. La verdadera creatividad, la que dispara la flecha que atraviesa toda la historia, está en lo impredecible, en lo desconocido, en lo que hay que descubrir. Vuelvo a la imagen que alguna vez usó Anne Lamott: escribir es lanzarse con el auto a una ruta de noche y sin luces.
· Braintrust: ¿qué es esto? Así llaman en Pixar a un grupo de personas, cuidadosamente seleccionadas, que durante la producción de una película (de la que ellos no participan) se juntan con el director y los creativos para revisar qué tienen hasta ese momento y hacer comentarios claros y objetivos sobre el crecimiento de la historia, su impacto y cómo la animación traduce o no esa labor. Según Ed Catmull, el corazón de Pixar está en este grupo, porque ahí es posible hablar con candidez, sinceridad, mucho respeto, y allí focalizan en la historia, no en el director o en los animadores. Miran la historia como una escultura y piensan juntos qué necesita. Es allí donde la creatividad vibra, libre y salvaje, y desde donde las películas crecen para ser lo que terminan siendo.
¿Cómo aplica a la escritura? Tal vez, en mi caso, del modo más intenso: aunque escribir parezca una tarea individual, hacia adentro, hay algo que tiene que suceder con otros y hacia afuera. Abrir la historia a otros, poder conversar sobre las ideas, pensar junto con otros, airea lo que puede enviciarse después de tanto tiempo de trabajarlo en soledad. En mi caso, que me frustro y empiezo a pensar que todo es una porquería a una velocidad alucinante, hablar con otros me levanta la mirada.
Hice la prueba, claro, y en estas vacaciones improvisé un Braintrust: en medio de una cena, con gente de mucha confianza, conté en qué estaba trabajando y abrí el juego a que ellos también pudieran dar sus impresiones sobre la historia, a que entre todos pudiésemos hacernos preguntas, imaginar cosas. Fue una experiencia de liviandad: el trabajo ya no me pesaba tanto.
Sé que en un tiempo me voy a volver a trabar y entiendo que una pista clara es esta: abrir el trabajo a otros, juntarme y hacer una sesión de Braintrust con gente de confianza, o en el taller literario, o con quien intuya en ese momento.
Dice Ed Catmull (y la traducción es mía): "Es la naturaleza de las cosas —para crear hay que sumergirse y hasta volverse el proyecto por un tiempo, y esa experiencia de casi fusión es una parte esencial de su emergencia. Pero eso es también confuso. Donde en algún momento el escritor/director tenía perspectiva, él o ella la pierde. Donde podía ver un bosque, ahora sólo hay árboles. Los detalles convergen hasta oscurecer el todo y eso hace que sea difícil avanzar sustancialmente hacia cualquier dirección. La experiencia puede ser abrumadora".
Por eso, cuando en el proceso de la escritura el bosque se me reduce al árbol que tengo delante (que parece gigante, un secuoya, que nunca me va a dejar avanzar), la respuesta puede estar en los otros, en otros que me ayuden a volver a ver el bosque, a volver a ver la historia y no solamente la dificultad con la que me topé.
Hay más todavía y hubo otros libros en este verano, pero por ahora me quedo con esto y sigo escribiendo.
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