The Female of the Species (Mindy McGinnis, 2016) cuenta la historia de Alex, una chica que hace tres años se encargó de matar al asesino y violador de su hermana mayor porque la justicia no hizo nada.
"You see it in all animals - the female of the species is more deadly than the male".
La novela es hija de estos tiempos: hay un cuestionamiento bien
elaborado de la cultura de la violación, del machismo instalado y de la denigración de la mujer que no se vuelve un discurso teórico insulso o fanático. No, por el
contrario, la historia plantea preguntas y desacuerdos a partir de pequeños eventos,
situaciones cotidianas e “inofensivas”, pero bien explícitas.
"Boys will be boys" es una de las frases que nadie dice en
voz alta pero que sí cita la protagonista para indicar cuál es el justificativo
social para todas las atrocidades y vulgaridades que suceden y nadie cuestiona.
Y si bien es cierto que la estructuración de Alex, la
protagonista, no es tan creíble, incluso cuando luego de la mitad de la novela
la autora comienza a trabajar con ella de otro modo, explorando su costado “más
humano” (y ahí aparecen algunos clichés ya muy leídos en la literatura juvenil), es real que el trabajo con los personajes femeninos es muy sólido y
profundo.
Hay una búsqueda importante por entender y hacer visibles las motivaciones e impulsos que
llevan a las chicas adolescentes a mostrarse y buscar aprobación, a pelearse y odiarse, pero también a ayudarse y defenderse. Los tres personajes femeninos secundarios se desarrollan con vitalidad y mucho realismo, quizás a veces exagerando ciertas actitudes, pero siempre mostrando el peso que las imposiciones sociales tienen sobre ellas. Es quizás el trabajo con los personajes masculinos el
que no avanza demasiado y pierde fuerza, sobre todo al final.
La novela es interesante y está escrita de un modo sencillo,
llevadero y que invita al lector a entrar en diálogo con las preguntas que propone sobre la cultura sexual, lo "socialmente aceptado", la violencia física y verbal, la culpa y el castigo. Sin embargo, su fuerza
radica en las ideas y no tanto en la historia. El final, de hecho, es insulso y
desarma el desarrollo para que sólo queden como recuerdo de la lectura los
cuestionamientos propuestos y nada más. Pero es una lectura para estos tiempos
y las culturas de hoy, en las que ya no todo se acepta en silencio, y no puedo evitar preguntarme qué pensará un adolescente al leer semejante novela.
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