¿Las cosas pasan sin sentido, sin tener una que ver con la otra? ¿La vida es una sucesión de puntos sueltos? ¿O esos puntos sueltos forman una línea? ¿O existe una extraña línea recta que une a mi padre, con la música, con el Kung fu, con el trencito de la alegría, con la lluvia que está por caer y con todas las cosas del universo?
La premisa de la novela es desconcertante, porque no adelanta absolutamente nada de lo que ocurrirá y nombra eventos y situaciones disimiles que luego aparecerán en la historia, así que no hay que dejarse llevar por lo poco que dice.
En la línea recta narra la historia de una pérdida y la depresión y desorden subsiguientes. Es una premisa que, en apariencia, señala que todo va a ser triste y desgarrador. Sin embargo, Martín Blasco plaga a los personajes de situaciones y salidas completamente disparatadas que enfocan la depresión hacia la locura.
Sin perder en ningún momento el tono cómico y liviano, la novela recorre el camino que hacen los personajes para aceptar que la vida cambió y que ahora tienen que reajustarse. Mediante decisiones delirantes que llevan a acontecimientos muy divertidos (como una pieza llena de paquetes de arroz o un disfraz de la pantera rosa), Martín Blasco habla del sufrimiento y de seguir con la vida.
La novela es llevadera (la leí en dos viajes en colectivo, ninguno particularmente largo) y el tono resulta innovador y muy cercano. Esto es lo que más me gustó, sin duda alguna, porque es lo que hace que el relato sea original y muy ameno (hay algunos capítulos, como los de las agendas y las listas, que son geniales). Quizás hay algunas expresiones que, por no responder directamente al estilo que ordena gran parte de la novela, podrían ajustarse para no sonar tan extrañas.
Pero, en general, En la línea recta es una novela breve muy agradable sobre la tristeza y la vida que sigue, y que se va enganchado en sucesos inverosímiles y extraños, que hace que la vida valga la pena ser vivida.