El sonido de lo cercanoEduardo Abel Gimenez es un escritor, especialista en juegos de ingenio, (gran) tallerista y poeta argentino, con un ojo atento y delicado, que pinta los detalles de la vida con una enormidad muy evocativa. Su ya famoso Tus ojos (ilustrado por Cecilia Afonso Esteves), por ejemplo, enumera todas las comparaciones posibles para, justamente, hablar de tus ojos (¡y nada más que eso!), y lo hace a través de la composición de imágenes inesperadas y simpáticas, de juegos con los sonidos de las letras y de mucha, mucha imaginación:
Tus ojos son como una cuerda floja de Chile a China, como un tren de juguete de Estambul a España, como un puente de bambú de Japón a Jamaica, como una nave espacial impulsada por el viento del sol de Venezuela a Venus.
Tus ojos son como el dolor de una sonrisa a destiempo, como un adiós, como las hojas secas que caen hacia el agua, como el comienzo del eclipse, como un fantasma en el espejo, como la última gota en el frasco de perfume,
como ir a un lugar que ya no existe.
Todo el libro se sostiene a partir de la comparación "tus ojos son como", en un único gran poema que es varios al mismo tiempo. Así, con el juego que se genera sólo con ese recurso, los ojos cobran vida y se transforman en el mundo entero. En El hilo (ilustrado por Claudia Degliuomini), por otro lado, la poesía de Eduardo es un susurro que teje un camino suave a través de las ilustraciones en acuarela, deteniéndose en pequeñas escenas que comienzan cotidianas y luego se abren, se vuelven una exploración de lo posible y una historia por ser contada.
La lluvia suena como una ola que nunca termina de romper.
Para no manchar la alfombra, se acostumbró a caminar por .oɥɔǝʇ ʅǝ
Cada pequeño poema es de nuevo un relato en sí mismo y, a la vez, un único poema entrelazado por el hilo de la escritura de Eduardo. También en Justo cuando (otro libro ilustrado por Cecilia Afonso Esteves que, además, ¡viene con stickers!, como si nos invitara a los propios lectores a construir nuestros poemas geométricos), la mirada de Eduardo Abel Gimenez se detiene en esos instantes del día a día (y también en los extraordinarios) para explorarlos y explotarlos en todo su alcance y sensación.
Cuando estás por cruzar la calle y empieza el otoño.
Cuando sale el sol al otro lado de los párpados cerrados.
Cuando la mancha de luz te llega a la punta de los pies.
La poesía de Eduardo nos encuentra y nos invita a mirarla, leerla, disfrutarla, y volverla a encontrar. Es una poesía que tiene una honestidad, una humildad, una sencillez que permiten que se nos filtre y que llegue ahí, justo ahí, donde la poesía puede anidar en nosotros, hacernos olvidar de la cabeza y del entender, y dejarnos sólo disfrutar, como a los niños y niñas.
El universo en un verso
Juan Lima es un diseñador gráfico, ilustrador, “artista visual” argentino, que también se lanzó de lleno a la poesía. Tuve la oportunidad de hablar un poco de él en esta entrega del maravilloso newsletter del Club de poemas. Si a él aún no lo leyeron, puedo decir que su poesía es un festín: palabras e imágenes que toman por asalto, agarran de la mano y sumergen en la madriguera poética. Cada proyecto suyo es una investigación a fondo sobre un tema que le interesa, que lo inquieta. Así, a través de la imagen y de la palabra indaga en las profundidades del tópico que convoca su atención.
En el caso de Un día, un gato, por ejemplo, Juan Lima justamente centra toda su atención en el “enigmático cosmos de los gatos”, y nos encontramos allí con un libro entero que es una oda a los gatos, sus modos, costumbres y misteriosos comportamientos. Cada uno de los poemas de Juan Lima está acompañado por una imagen o ilustración, y lo que es muy original en este caso es que él se encargó de invitar a otros artistas y diseñadores amigos para que lo ayudaran a investigar desde lo visual.
El gato pone una pata en la realidad y luego la otra (cauteloso) en el misterio desde donde nos mira con un solo ojo como diciendo estoy aquí pero enseguida vuelvo
De este modo, la poesía se vuelve un camino para investigar lo cercano, lo cotidiano, y descubrir en eso al universo entero. Botánica poética y Astronomía poética, por ejemplo, son dos respuestas a esto, dos libros de poesía donde Juan Lima revisa estos temas (el mundo vegetal y el universo), desde la palabra y también desde la imagen, porque ambos libros presentan composiciones, fotografías y collages que complementan cada poema.
Nunca le creas ni media palabra a la papaya andá a saber con qué cara se levanta de la siesta parece un melón cambiando de humor a cada rato
es fruta de agua y la Luna hace lo que quiere con sus mareas
(la papaya tiene cara de poeta que ya no se afeita)
Cuando son las siete de la tarde en Calamuchita serían más o menos las 00000082,509 en Plutón
el Tiempo no se desenchufa pasa de largo gotea infinitamente como una es ta lac ti ta
Sus poemas son puro juego exploratorio, casi como preguntas que se han transformado en una poesía que funciona, al mismo tiempo, como pregunta y posible respuesta. Esto, entonces, permite que allí todo tenga lugar y que asuntos que parecen completamente diferentes queden unidos: palabra e imagen; ciencia y arte; lenguaje coloquial y poético.
Unir, jugar, explorar, indagar. Juan Lima como poeta y artista es un niño que no frena, que hace las preguntas que todos queremos hacer pero no siempre nos animamos, porque a veces nos parecen pequeñas o sencillas. Su poesía y sus imágenes nos dicen lo contrario: toda pregunta es importante, central, para entender la vida y disfrutar sus cosas.
Entonces, animarse y, en el camino, divertirse mucho. La poesía para niños y niñas tiene más para decirnos y mostrarnos, más autores para presentarnos y música para compartirnos. A no preocuparse, habrá una segunda entrega con más.
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