Frente a la ardua tarea de tener que enseñarles a mis alumnos sobre la vida de Shakespeare y su contexto histórico-social-cultural-político, la semana pasada se me ocurrió una idea vagamente interesante: organizar una "Shakespeare's Party", una clase para celebrar a Shakespeare y darlo a conocer.
Pero, ¿cómo hacerlo atractivo para los chicos? Después de recibir algunos consejos, la idea tomó forma. La pauta sería la siguiente: los chicos tendrían que investigar sobre Shakespeare y traer preguntas para hacerme a mí, docente humilde, para ponerme a prueba. Como bonus, les dije que podían traer comida para desayunar mientras charlábamos.
Nada como decirle a los alumnos que pueden dejar en ridículo a un profesor para que se entusiasmen. Y que, encima, mientras lo hacen, pueden comer.
Bro Shakespeare |
Yo preparé cosas y llevé, sobre todo, decoración. Imprimí la imagen de "Bro Shakespeare", algunos cómics sobre Macbeth (la obra que trabajamos en clase) y la famosa cita de Julio César que retomó John Green para titular su novela: "The fault, dear Brutus, is not in our stars but in ourselves, for we are underlings". Entre otras cosas.
Hoy fue la fiesta.
Y, wow, qué fiesta.
Los alumnos trajeron hojas de información y miles, miles de preguntas. Me sometieron a un riguroso cuestionario sobre los detalles más increíbles de la vida de Shakespeare ("¿Qué se dice que le regalaron para su cumpleaños número 46?", "¿Qué le legó a su esposa una vez que murió?") y debatieron entre ellos cuando las respuestas fueron ambiguas o inverosímiles.
Y mientras esto ocurría, yo organizaba la información, expandía, les repreguntaba cosas a ellos.
Cuando llegó el momento de hablar sobre sus sonetos, extraje mi celular y les pasé un audio de Tom Hiddleston y Alan Rickman leyendo los sonetos 130 y 18. Después leímos varias traducciones y debatimos sobre qué tan enamoradizo era Shakespeare.
Hablamos de su matrimonio, de la maldición que había puesto sobre su tumba, de ¡¿cómo que no había mujeres actrices y los hombres hacían los papeles femeninos?!, de Ana Bolena, Isabel I, el anglicanismo y las teorías sobre la inexistencia de Shakespeare.
Y, ¡oh sorpresa! Casi sobre el final de la clase, los chicos me mostraron un juego que habían armado: me bombardearon con diferentes frases de estilo shakesperiano para que adivinara si, efectivamente, eran de Shakespeare. En el medio, mezclaron frases de Borges, Lennon y, sí, Kanye West.
Al final de la clase varios alumnos se me acercaron para decirme que se habían divertido. Otros, para decirme que se habían enterado de un montón de cosas interesantes mientras investigaban. Y una alumna me regaló esto:
¡A veces la docencia es una sorpresa tan hermosa!
No es tan difícil ser buen docente, alcanza con estar un poco enamorado de lo que se enseña
ResponderEliminarQué lindo lo que contás. Ojalá hubiera más profesores así!
ResponderEliminarQué hermoso! Estimulante, contagioso y emocionante! :)
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