Después de haber sido bombardeada con múltiples avances y cortos que lucían suculentos y prometedores, mi apetito por un cuento de hadas reinventado no podía estar más abierto y ansioso. El conjunto oscuro y osado a primera vista lograba, incluso, alivianar mi disgusto por la elección de Kristen Stewart como la heroína clásica.
Prometía.
Pero no cumplió.
Blancanieves y la leyenda del cazador (2012), una película que lo tenía todo para triunfar (excepto una buena actriz principal), fracasó rotundamente. Otra vez, una bomba que podría haber estallado en éxitos comerciales y críticos se hunde sobre sí misma y levanta la pregunta: "¿qué falló en esta magnífica ecuación hollywoodense?"
¿Fue el director? No del todo. Rupert Sanders debuta con esta película y demuestra que sabe componer imágenes y escenas que responden a las necesidades de la película. Combina la magia propia del cuento clásico, los animales mansos, los elementos fantásticos, y une todo con una visual descomunal y oscura, marca del giro en la historia, signo de la corrupción y perturbación en el relato. Si hay algo que en esta película merece ser celebrado es su poder visual. Sanders no deja escapar una toma y construye todo el tiempo, durante dos horas y pico, escenas visualmente deliciosas. Un lujo que se disfruta mejor en el cine y su gran pantalla.
Entonces, ¿fueron los actores? No del todo, tampoco. La película, por suerte, no recae de lleno en los hombros de la débil Kristen Stewart. Está siempre bien acompañada por alguno de los otros iconos de la historia o bien sus escenas individuales son interrumpidas por otras con otro personaje central. Ella no logra, en absoluto, transmitir la complejidad de las emociones que debería tener una princesa que pasó encerrada - y esto déjenme repetirlo porque en la película pasa sin pena ni gloria y es, en realidad, la base de todo: ENCERRADA en una torre sucia y solitaria - toda su vida. No existe. ¿Dónde está el trauma de la soledad? ¿La locura? ¿La sed por comerse el mundo con los ojos? Nada de nada, es una chica común y corriente que no rompe nada en busca de respuestas ni llora por los años perdidos. No hace nada.
Los otros dos actores centrales, Charlize Theron y Chris Hemsworth, logran trabajar sus personajes y darles una vuelta lo suficientemente acertada como para tallarles una cierta tridimensionalidad.
¿Dónde reside el problema, entonces?
En el guión. Señoras, señores, lectores, el guión puede ser trabajo invisible en una película pero, si no está bien hecho, logra hundirse y arrastrar con él al elenco, el director, los camarógrafos y sus familias y mascotas inclusive.
El guión está armado con hilos dentales. La historia quiere presentarse con una fuerza y complejidad política y social que queda destruida por la simplicidad de los personajes. ¿Culpa de los actores? No, nuevamente del guión. No se les da las escenas necesarias para construir un conflicto interior y exterior, ni posibilidades de diálogo dramático con los otros personajes. No tienen oportunidades para desarrollar relaciones creíbles y reales.
Tomas preciosas, guión desastroso. |
¿Dónde están las escenas donde Blancanieves y el cazador discuten sus vidas, donde él habla sobre su pasado y su sufrimiento, donde ella pondera sobre su encierro y le pide ayuda? ¿Dónde están las escenas donde le enseñan a luchar? ¿Dónde están las escenas donde construyen una relación creíble que no sólo existe porque la película se titula así? Cuesta comprar la explicación mágica y sobrenatural del poder convocante de Blancanieves y, sobre todo, cuesta creer que un personaje como el del cazador pueda seguirla tan ciegamente sin fundamentos concretos.
Los diálogos son ridículos y vacíos, completamente forzados y llanos. Algunas escenas quedan así convertidas en una incomodidad que pide a gritos terminar. La película se desarma en escenas recortadas e inconexas. Incluso así pierde su poder la búsqueda por darle un pasado y humanidad a la villana, trabajo que Charlize Theron logra de forma impecable, pero que cae sordamente en la película. Llano, simplón, vacío.
Mis destacados: la cinematografía, sin duda alguna, el trabajo que logra hacer Chris Hemsworth con su pobre personaje, que lo hace creíble, el vestuario (un excelente trabajo de Colleen Atwood) y los enanos, una copia de los enanos que se vienen en El Hobbit, pero lo suficientemente bien ubicados - y bien actuados - para inyectar humor y ternura en la película.
Rotten le da un 46% a la película y, esta vez, debo coincidir.
Me encantó, la destrozaste con tanta altura que me dan ganas de verla y que conversemos acerca de lo mal que actúa Kristen Stewart
ResponderEliminarJaja! Honestamente, debería ser vista como el ejemplo de cómo no reinventar un clásico infantil. Obvio, mirala y nos juntamos a criticar las mil y un idénticas expresiones de Stewart durante toda la película.
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