Estoy participando, hace ya dos meses, del seminario de narrativa juvenil que está dictando Lidia Blanco en La Nube. El objetivo, si es que hay uno solo, es abrir el diálogo, la reflexión y el análisis de los textos escritos para adolescentes en Argentina. Así que nos dedicamos a leer, a conversar, a pensar y a recomendar lecturas.
En el marco de estas clases, el día de ayer vino Paula Bombara, una de las autoras sobre la que hemos trabajado, a conversar y merendar.
Todos sabemos que siempre es hermoso y revelador conversar con autores.
Paula estuvo toda la clase con nosotras y, con mates y cosas dulces dando vueltas, nos hizo un recorrido a través de todas sus novelas juveniles, contándonos sus búsquedas, sus decisiones, su trabajo de investigación y escritura, y pequeñas anécdotas llenas de color, entre otras cosas.
Paula y Lidia, al comienzo de la tarde. |
Nos contó, por ejemplo, que para escribir El mar y la serpiente, su primera novela, hizo un trabajo intenso de mucha búsqueda para lograr el registro infantil del personaje. Y que se pasó tardes en el arenero de una plaza, haciendo que leía para escuchar cómo hablaban los niños. Que fue buscando ese lugar de incomodidad para narrar como una niña que está entrando al lenguaje.
O que La chica pájaro nació cuando nació Mara, personaje que se le apareció luego de presenciar desde afuera una escena de violencia. Y que Mara le fue contando su historia y ella tuvo que optar por contarla desde esa misma perspectiva, con la intensidad y la destrucción que le ofrecía esa mirada, dejando de lado los grises y las vueltas de la trama.
Y también que Una casa de secretos empezó a gestarse a partir de la pregunta "¿qué hace la industria del arte con el arte?", una pregunta que le surgió luego de mirar una subasta. Y que desde ahí empezaron a crecer las ideas, las imágenes sobre la vida de Van Gogh, la idea de una Odile que sí supiera apreciar el arte... Y todo el trabajo de historia y de búsqueda de voces que vino después.
Nos contó sobre algunos de sus encuentros con lectores, sobre los comentarios, críticas e impresiones que ha recibido, y sobre las impresiones que le fueron quedando a ella después de estos encuentros. Y nos dijo que ella también busca salir transformada de la escritura de cada novela, que quiere aprender de cada historia y de cada personaje.
La tarde se pasó rápido y, si la noche no se nos hubiera venido encima, seguramente habríamos hecho más preguntas y Paula nos hubiera contado más cosas.
Esto ocurre en los encuentros entre un escritor y sus lectores: compartir los lugares que fueron cruzados y marcados por la historia leída/escrita altera el tiempo y siempre, siempre, deja con ganas de más, de otra anécdota, de otro testimonio, de nuevas historias.
Y eso pasó ayer. Gracias, Paula.